Vip$
Un pedazo de jitomate sobre un nopal. Una tortilla en un plato. Y un mantel de papel con un croquis dibujado en la parte posterior. En otra mesa: un mantel de papel rayado con crayolas por un niño de dos años.
Llevé un café lechero tres mesas después y estaba ahí, humedecido por un café a medio tomar y lleno de azúcar. Un mantel con el dibujo a lapicero en negro que señalaba un lugar.
La curiosidad me guió después de mi turno. Y los vi. Él le explicaba algo, luego discutieron y ella se fue. En un rato, ya sola, fui. Sólo era una historia. En el suelo estaba su pulsera y colgando tenía una pequeña hoja de plata. Desde entonces, colecciono manteles de papel. Siempre.