lunes, 8 de enero de 2007

Escritorio

Una impresora, la terminal de un banco que no me gusta, la pc, la línea curva de acero donde pongo un millón de cosas, pero todas ellas ordenadas. Debajo de él hay una alfombra, en donde dejo mi bolsa sin supersticiones, el teléfono que suena a veces, el hilo del auricular enrollado, un árbol de Navidad que no está en mi casa pero que disfruto en la oficina. Un par de clientes frente a mi, esperando. Un nuevo descubrimiento del idioma esperanto, que a mis 27 años, apenas es reciente.
Hay una engrapadora, una perforadora, un tarjetero con miles de personas desconocidas adentro.
Hay una vela encendida, que se consume porque a veces los fines de semana se me olvida apagarla, pero la luz es tan grande, que la oficina jamás se ha incendiado.
Hay un flexómetro, como si de verdad pudiera medir...
Los vecinos de enfrente saben mi vida, son voyeuristas, siempre los vecinos somos voyeuristas, por ejemplo, tras de mi casa vive Migue, con su mamá y su papá... A veces los veo, y es vergonzoso que te cachen mirando; pero también es tentador el morbo. El abuelo de Migue, por ejemplo, cuando estaba de vacaciones se la pasaba en la ventana. Y creo que le gustaba la vecina del otro lado, porque pasaba horas mirando hacia su patio.
Qué vio?

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